La virtud de la humanidad, tan necesaria para la sabiduría esencial, nos lleva a reconocer que pasamos más tiempo de nuestra vida reparando errores y corrigiendo defectos que cultivando virtudes y valores.Somos hombres, no dioses y la imperfección es un rasgo distintivo de la especie humana.
Los perfeccionistas y rígidos que pretenden la imposible perfección en todo, se agotan, frustran y enferman, física y mentalmente.
Nos dará mejores resultados, más paz y equilibrio interior sentirnos humanos y con defectos, pero con la buena disposición de mejorar cuanto podamos.
Como no puedo regir los acontecimientos, me govierno a mi mismo.
Om Shanti.
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