Serenidad

En un mundo que ofrece casi todo el tiempo, mucho de casi todo y rápido, la serenidad es una excepción. No parece  haber tiempo en una vida para ocuparnos de ella, y posiblemente por eso nos ha abandonado.

Demasiado trabajo, demasiada ambición, demasiados problemas en los que pensar, demasiadas cosas de las que ocuparnos, demasiadas urgencias ( incluso para disfrutar de la vida ).
El estrés es una moneda corriente en nuestras grandes ciudades, pero pocas personas parecen hacer algo verdaderamente constructivo al respecto. Habitamos espacios de asfalto, y pocas zonas verdes que de todas maneras ni visitamos.
Nos obsesiona la dieta mucho más que comer sano.

Las reacciones individuales frente al estrés pueden variar considerablemente, tanto como varían la gravedad y las consecuencias de su aparición.

Hoy por hoy, la ansiedad, la inquietud, cierta inestabilidad emocional, la incertidumbre y algunos pequeños miedos cotidianos, son tomados como parte natural del precio de vivir en el mundo moderno, pero no debería ser así.
No es novedad que estos problemas ( aparentemente menores) conducen poco a poco a la aparición de síntomas físicos y al desarrollo de verdaderas enfermedades, cuya causa es, directa o indirectamente, el debilitamiento del sistema defensivo natural del cuerpo debido a la desaparición progresiva de cierto tipo de células sanguíneas (linfocitos) implicadas en la defensa inmunológica contra algunos virus y contra muchos tipos de células tumorales.

Se nos enseña, y hemos aprendido, a buscar la seguridad para poder, sintiéndonos seguros, conquistar la serenidad. Y eso seria bueno si no creyéramos que la manera de lograr esa seguridad es cumplir con los objetivos impuestos indiscriminadamente por la sociedad (poder, éxito, dinero, y posesiones materiales). Para completar el engaño, confirmamos que estamos en el camino correcto cuando escuchamos los aplausos de otros, tan perdidos como nosotros, que envidian vernos en el lugar que ellos desearían ocupar, olvidando todos, nosotros y ellos, que para el colectivo social somos más veces potenciales consumidores que personas detrás de la búsqueda de la felicidad.

Nos llenamos de cosas que no necesitamos, de objetos que no usamos, el silencio lo llenamos de palabras, la quietud con movimientos, nuestra mente de información y conocimientos muchas veces inútiles que almacenamos y llevamos en la mochila de nuestro intelecto de aquí para allá, una agenda llena de nombres y teléfonos de personas con las que rara vez nos vemos y hablamos.



( Jorge Bucay)


Conectemos con nuestra esencia habitando por un instante en el silencio interior, encontrando en el, la serenidad.
Om Shanti




1 comentario:

Unknown dijo...

Deacuerdo 100% hay que romper esta dinámica...