El maestro

En todas las épocas la figura del maestro ha despertado los sentimientos más diversos y a veces contradictorios, temor, respeto, admiración, cariño.....El primer maestro que todos tenemos o deberíamos tener es el padre, aunque la primera maestra, la más maravillosa, es la madre. Pero no es fácil para los padres ser buenos maestros, por mucho amor de que dispongan. Deben enseñarle al hijo el difícil arte de vivir.
 Después vienen otros maestros, un hermano, un amigo, un familiar y los profesores de la escuela, Es también un maestro el que nos enseña una actividad deportiva o artística, un oficio, etc.
El maestro puede despertar muchos sentimientos en el discípulo, que tiende a enjuiciarlo, pone muchas de sus expectativas en él, y se puede sentir defraudado si no se cumplen. Exige a veces demasiado del maestro, que es humano, o tiende a admirarle incondicionalmente.
Con respecto a los maestros espirituales, los sentimientos de admiración son más intensos, por eso pueden conducir más fácilmente al desencanto. Resulta difícil ser un maestro en nada, pero también lo es ser un discípulo. De cualquier modo, el verdadero maestro es aquel que nos enseña a desarrollar al maestro interior y su anhelo es que le superemos.

Habría que revalorizar la figura del maestro, tan respetado antaño y tan injustamente tratado hoy en día. No hablamos de los maestros espirituales, sino de los maestros de escuela o de alfarería o de cualquier otra actividad. El maestro puede ser un gran amigo, nos da cariño, estímulo y además nos enseña. Del mismo modo que el discípulo aprende del maestro, el maestro aprende del discípulo, y así el discípulo se convierte en maestro.
Hay buenos y malos maestros, buenos y malos discípulos. pero hay que estar siempre agradecido a aquel del que algo hemos aprendido,